Los problemas de corazón en el paciente con obesidad mórbida son más comunes de lo que la población se imagina. Solo un dato que publicamos hace años en la Revista Americana de Cardiología es suficientemente demostrativo: “Mas de la mitad de los súper obesos tienen lesiones cardíacas en el momento del estudio”

Todos quedamos impresionados cuando nos informan de que un conocido ha sufrido un infarto. Inmediatamente preguntamos ¿Fumaba? Sin tener en consideración que la obesidad y el sobrepeso causan más infartos que el tabaco y son causa directa del infarto.

Es muy común y hemos tenido varios casos en los últimos meses, que el paciente venga a solicitar consulta tras padecer el infarto y ser tratado mediante stent o cirugía cardíaca (by-pass coronario)

¿Cuál es la actitud que hay que mantener es estos casos?

En primer lugar, el paciente con problemas de corazón y mucho más si es diabético (la mitad lo son) tiene más riesgos en la cirugía que el que no lo es. Por este motivo, precisa de monitorización anestésica especial, disponibilidad de UCI y una preparación preoperatorio específica en cada caso.

La experiencia del cirujano permitiendo realizar la intervención con la mínima duración posible, pero con total seguridad; el no trasfundir (poner sangre) durante la cirugía y sobretodo la minuciosidad quirúrgica, evitando cualquier tipo de complicación postoperatoria, son básicas para el éxito final de la cirugía.

De todo lo anterior se deduce que la elección del hospital adecuado para realizar esta cirugía es fundamental en el resultado final del proceso.

A pesar de lo expuesto, los beneficios de la cirugía en los pacientes operados de corazón superan con creces los riesgos planificados de la cirugía.

El haber tenido un infarto o haber sufrido una operación “a corazón abierto”, no es contraindicación para operar a un obeso. Antes bien, es en estos casos donde está indicada la cirugía y se muestra más claramente sus beneficios. Solo hay que elegir el lugar y momento adecuado para realizarla.