Eduardo, de 43 años, pesaba 227 kilos y padecía de artrosis bilateral de cadenas. Pero con su peso no podían operarlo. Estaba en silla de ruedas y para ponerse de pie, necesitaba muletas. Tenía que hacer algo si no quería morir. Él vive en Linares y oyó hablar de un centro en Granada que operaba a los muy obesos. Había visto por televisión el caso de Teo, un valenciano que, debido a su enorme peso, tuvieron que transportarlo en un camión de mudanzas al hospital para ser operado. Y el caso de Juan Manuel, un chico de 20 años, que, pesando más de 300 kilos, se encontraba atrapado en el segundo piso en el que vivía, al no poder subir las escaleras que le separaban de la calle. A esos dos pacientes los había operado el doctor Carlos Ballesta. Y a él se encomendó. “Conocí la noticia de Teo cuando se operó en Granada, con el peso tan importante que tenía y la Seguridad Social no quería operarlo. Consulté con otros especialistas de Granada, que me indicaron colocarme un balón intragástrico para perder peso y después hacerme una manga, pero no me dieron confianza y decidí acudir al Centro Laparoscópico del doctor Ballesta. De inmediato entendí que era aquí donde tenía que operarme por la seguridad y experiencia”, dice Eduardo.
Desde los 37 años era pensionista con invalidez absoluta. No podía andar, ni trabajar. Tomaba hasta ocho pastillas de Tramadol al día por los dolores articulares. Después de ser operado y haber perdido más de cien kilos, su vida ha cambiado por completo. “Ahora tengo autonomía propia, no necesito la silla de ruedas ni las muletas. Me ha mejorado la autoestima y mi estado psicológico. ¡Ahora puedo salir y socializar! ¿Usted sabes lo que significa eso?”, dice emocionado.
Otro caso. Mari Carmen, de 59 años, que vino a Granada hace tres años para solucionar su problema. Pesaba 144 kilos, y tenía diabetes con niveles de azúcar de 460 mg/dl. Necesitaba insulina tres veces al día y tomar hasta 15 pastillas diarias. “Oí hablar a un vecino de que en Granada había un centro que podía tratar mi problema. Yo padecía fibromialgias, dolores articulares, diabetes incontrolable y un ictus durante la pandemia, que a punto estuve de morirme, además de una obesidad que me impedía llevar una vida normal”.
Tras su operación, ha perdido casi la mitad de kilos y su nivel de glucosa se ha reducido a valores de 70 mg/dl. Y lo que es más importantes: ya no tiene necesitad de insulina y sus analíticas están perfectas. “Ahora mi vida es perfecta. Salgo y me relaciono con los amigos y familia, que antes no podía. Se me ha curado la diabetes y la tensión. No tomo ningún tipo de medicación, de quince pastillas y pinchazos diarios, he pasado a tomar solo una pastilla para la fibromialgia”.
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