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Esófago de Barrett (EB), es el término que se utiliza en honor al cirujano Norman Barrett, para definir una condición premaligna, que ocurre en la mucosa de la parte inferior del esófago. Principalmente a causa de la acción de un reflujo gastroesofágico continuado. Esta enfermedad afecta entre un 2 y un 7 % de la población occidental. Se origina por la pérdida de efectividad del esfínter esofágico inferior que es la válvula que impide el paso retrógrado del acido y la bilis del estómago al esófago.

La condición consiste en el cambio del epitelio de la mucosa esofágica normal (células escamosas) de color rosa, que pasa a ser sustituido por  epitelio de tipo intestinal (células caliciformes), con un aspecto endoscópico de color asalmonado, las zonas afectadas puede adquirir formas de lengüetas o llamaradas.

Diferencias entre el Esófago normal y el Esófago de Barret. (Vista endoscópica)
Diferencias entre el Esófago normal y el Esófago de Barrett. (Vista endoscópica)

Importancia Clínica

La repercusión clínica más importante del (EB) está en el mayor riesgo que tienen los pacientes de desarrollar adenocarcinoma (cancér) de esófago. El riesgo de aparición de adenocarcinoma es proporcional al grado de cambio en la mucosa, como es la aparición de displasia, incrementándose el riesgo en un 0.1 – 0,3 %


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La enfermedad del reflujo y la hernia de hiato, la padecen siete de cada cien personas en Europa.

Los síntomas de la hernia de hiato son: dolor, regurgitación de alimentos, incluso tos nocturna y faringitis, son bien conocidos por los que la padecen.

Desde la llegada de la cirugía laparoscópica, la operación se realiza por esta técnica. En nuestro caso desde 1992, siendo centenares las operaciones realizadas y hemos contribuido a popularizar este procedimiento.

Los métodos de diagnóstico, hoy en día están estandarizados, y el principal de ellos es la esófago-gastroscopia.

La cirugía, antes abierta, ahora por laparoscopia; también está estandarizada. La técnica que se viene realizando desde hace más de cincuenta años y que conocen todos los cirujanos, dando una tasa de curación que supera el 78%

¿Qué hacer con ese 22% que tras la cirugía no queda bien y en muchos casos se agrava su sintomatología añadiéndose la disfagia (dificultad para tragar) o el Esófago de Barrett?

Estos casos ya no son tan simples y si queremos curarlos exigen dos parámetros:

-Un cirujano con amplia experiencia en esta cirugía, especialmente en reoperaciones.

-Un equipo que pueda estudiar con precisión la causa del fracaso de