El estigma de la obesidad, arraigado en prejuicios y conceptos erróneos sociales, puede impactar significativamente la vida de las personas afectadas por esta enfermedad. Se manifiesta en diversas formas, desde discriminación sutil hasta prejuicios abiertos, y puede implicar múltiples aspectos de la vida diaria, incluidos el cuidado de la salud, la educación, el empleo y las relaciones personales. Este estigma no solo agrava la carga psicológica enfrentada por las personas que luchan con la gestión del peso, sino que también crea barreras para acceder a servicios de salud primarios y sus recursos.
Como médicos, al reconocer el sesgo y estigma enfrentado por las personas con obesidad, debemos incluir en nuestro panel de acción fomentar la empatía, la comprensión y la inclusión dentro de los sistemas de salud y la sociedad en general. Además de enfatizar la necesidad de combatir la discriminación y promover una atención integral para las personas afectadas por la obesidad, reconociendo que abordar el sesgo del estigma es esencial para lograr resultados de salud equitativos.
Actualmente y a pesar de ser un problema de salud pública, existen disparidades en la financiación de la investigación de la obesidad y la diabetes tipo 2, destacando la urgente necesidad
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