El páncreas es un órgano de la cavidad abdominal, se extiende desde el marco duodenal hasta el hilio esplénico, transcurre por detrás del estómago y se extiende por delante de los vasos mesentéricos y la vena cava a nivel de la segunda vértebra lumbar, y por su posición en relación al peritoneo es clasificado como retroperitoneal, por lo que es considerado un órgano profundo, normalmente muy difícil del palpar.

Es una glándula con una función mixta: exocrina, segrega enzimas que van al intestino para ayudar al proceso digestivo por medio del jugo pancreático (amilasa, lipasa, endo y exopeptidasa, K, Na, HCO3 , etc) y endocrina, segregando hormonas que pasan a la sangre (insulina, glucagón , polipéptido pancreático, glerina, somatostanina, gastrina).

El cáncer de páncreas es una de las afecciones más temidas y difíciles de tratar.

A menudo se suscita la cuestión sobre si se opera el cáncer de páncreas y cómo conseguir las mejores tasas de curación.

El cáncer de páncreas puede tener origen endocrino (Tumores neuroendocrinos) o proceder de los conductos (ductales). Hay varios factores que se han relacionado con el riesgo de padecer esta enfermedad; entre los más destacados están: antecedentes familiares de cáncer de páncreas, tabaco, obesidad, y enfermedades del páncreas como la pancreatitis crónica.

El cáncer de páncreas representa el 2,7% de los tumores femeninos.

En el 2011, se publicó que la incidencia de esta patología en España era de unos 4.000 casos anuales, que representaban el 2,2 % de los tumores masculinos y el 2,7 % de los femeninos, siendo más frecuente en hombres que en mujeres.

En general la incidencia en nuestro país es considerada como media, menor que en Estados Unidos, donde se diagnostican más de 53.000 nuevos casos cada año.

El cáncer de páncreas se opera, y de hecho, el tratamiento quirúrgico y la resección completa de la lesión, es sin duda, la base para alcanzar las mejores tasas de curación o supervivencia.

La técnica y estrategia quirúrgica varía según la localización del cáncer.

Cuando la lesión se encuentra en la cabeza del páncreas la intervención que se realiza es conocida como intervención de Whipple, y consiste en la extracción de de la cabeza del páncreas y en ocasiones también el cuerpo, requiriendo a veces la extracción de órganos vecinos como el duodeno, parte de conductos biliares y parte del estómago que posteriormente requieren ser interconectados para que la secreción biliar y pancreática pueda llegar nuevamente al intestino.

Cuando la lesión está en el cuerpo, o cola del páncreas la intervención se conoce como Pancreatectomía corpóro caudal o Pancreatectomía distal respectivamente. En raras ocasiones es necesario realizar una Pancreatectomía total. En el caso de que el tumor sea de origen neuroendocrino, algunas veces se extirpa solo el tumor (enucleación).

Las operaciones sobre el páncreas se realizan habitualmente por medio de cirugía abierta, sin embargo el desarrollo de las técnicas mínimamente invasivas en centros especializados, ha permitido que estas complejas intervenciones puedan realizarse por laparoscopia cuando los equipos tienen la suficiente experiencia.

Inicialmente, la laparoscopia se utilizaba solo como complemento del estudio de extensión de la enfermedad; sin embargo actualmente su aplicación puede llegar a ser terapéutica.

Con ello la cirugía será menos traumática, porque se realiza a través de 4-5 pequeñas incisiones utilizando una cámara de alta definición que aporta una mejor visión del órgano y de la zona operatoria, evitando grandes heridas que son más dolorosas; además estas intervenciones reducen la pérdida de sangre, las infecciones quirúrgicas y la estancia hospitalaria.

Usualmente los tumores en los que más se ha aplicado esta forma de abordaje han sido en lesiones del cuerpo y cola de páncreas, así como en algunos tumores neuroendocrinos de pequeño tamaño y bien localizados.

De forma general, todas las intervenciones de páncreas se pueden realizar por laparoscopia en pacientes con las condiciones necesarias.