Es muy común la aparición de quistes en el hígado con la inquietud que eso causa en la persona a la que se le diagnostica.

Queremos esclarecer y a la vez tranquilizar a los seguidores del blog sobre este tema.

En primer lugar hay que aclarar que hay varias clases de quistes y evidentemente diferentes actitudes médicas y quirúrgicas.

El más común es el quiste biliar o simple. Es una colección de líquido seroso, que aparece en el parénquima hepático (más común tras importantes pérdidas de peso) generalmente son de pequeño tamaño y no hay que actuar sobre ellos.

Ocasionalmente pueden crecer. Independientemente de su tamaño lo aconsejable es realizar un seguimiento periódico, cada seis meses o un año, dependiendo del tamaño que alcancen y la rapidez de crecimiento.

En estos casos solo está indicada la cirugía cuando produce dolor o se complica (con bilis o hemorragia). El diagnóstico de seguimiento que se realizará por ecografía hepática se complementará con TAC o Resonancia, ante la sospecha de complicación y previo a la cirugía.

¿Cómo tratar los quistes complicados?

Aunque existe la posibilidad de realizar una punción-aspiración percutánea guiada por ECO o TAC, esta es ineficaz, pues aunque se aspire todo el contenido quístico, al quedar la cavidad quística, vuelve a reproducirse.

La opción para los quistes complicados es la cirugía, que debe realizarse por laparoscopia.

¿En qué consiste la cirugía?

La cirugía, procedimiento sencillo en estos caso, consiste en aspirar el contenido del quiste y extirpar (fenestrar) la cavidad quística, colocando un drenaje los primeros días, por si hubiese alguna comunicación biliar que hubiera pasado desapercibida.

Al realizarse por laparoscopia, el paciente abandona el hospital a las 24 horas de la cirugía, pudiendo realizar una vida normal (similar a cuando le quitan la vesícula). Evidentemente dependiendo del tipo de complicación del quiste, del número de quistes tratados y de su localización esto puede variar un poco.

Esta cirugía puede repetirse tantas veces como sea necesario, aunque en una sola intervención hemos llegado a fenestrar hasta 12 quistes.

Otro tipo de quiste que podemos encontrar en el hígado es el quiste hidatídico, vulgarmente conocido como “quiste perruno” por transmitirlo el perro durante el ciclo evolutivo, y es más común en zonas ganaderas especialmente lanar (ovejas) y caprínida.

El tratamiento del quiste hidatídico es la resección hepática extirpando el quiste, previa esterilización y descarte de comunicación con la vía biliar.

Aunque el procedimiento diagnóstico es el mismo que para el anterior, el riesgo de complicación (comunicación a vía biliar) y rotura a cavidad abdominal libre, aconseja el tratamiento quirúrgico desde el momento del diagnóstico.

Presentamos unas imágenes de exéresis de dos grandes quistes biliares, uno de ellos complicado con hemorragia.

Quiste hepático

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Hace unos días escribimos sobre el papel de la cirugía laparoscópica en los tumores del hígado.

En esta ocasión analizaremos la utilidad de la cirugía laparoscópica en las enfermedades del páncreas y sus ventajas.

Las enfermedades del páncreas, generalmente son graves y difíciles de tratar, especialmente las malignas. Pero NO todas las enfermedades tienen el mismo pronóstico y resultados.

Los resultados varían en función del proceso que tratamos: benigno (pancreatitis, pseudoquistes…) maligno (adenocarcinoma, cistoadenocarcinoma…) o endocrino (hiperinsulinemia…) y su forma de hacer la cirugía: abierta o por laparoscopia.

La cirugía laparoscópica del páncreas (ya sean tumores, enfermedades inflamatorias o endocrinas) tiene claras ventajas sobre la cirugía abierta; si bien necesita un equipo altamente especializado y amplia experiencia en cirugía laparoscópica. Esta es la causa que muchos cirujanos la descarten (la fábula de la zorra y las uvas)

Aceptada que la cirugía laparoscópica es la primera opción en equipos experimentados, vamos a analizar las ventajas frente a la cirugía abierta:

-Menos agresiva y no altera la inmunidad del paciente.

Son numerosos los estudios que demuestran que al no abrir al enfermo la inmunidad no se altera y las defensas del enfermo actúan mejor (no disminuyen)

El riesgo de infecciones de la herida no existe (no hay herida) y la recuperación de la operación es más rápida.

-Es una cirugía más precisa y se ve mejor.

Al trabajar con una lente de 10 aumentos (laparoscopio) se aprecian las estructuras, tejidos, vasos, tumores y órganos más grandes y la cirugía es más meticulosa y precisa. Respetando arterias y órganos (como el bazo) que con la cirugía abierta hay que extirpar.

-La hospitalización es más corta y la incorporación a la actividad laboral y profesional más rápida (el caso que nos ocupa, permaneció 48 horas en hospital) por consiguiente la disponibilidad para tratamientos complementarios (en caso de ser necesarios) más rápida que en cirugía abierta.

-No se necesita sangre y precisa menos medicación para el dolor.

Les dejamos unas imágenes que muestran lo expuesto y en unos días colgaremos un vídeo con una de las diferentes operaciones que se realizan por laparoscopia.

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Cuando nos diagnostican un tumor en el hígado, el mundo se nos cae encima, el miedo a lo desconocido, el respeto ancestral a esta enfermedad incluso la importancia que se dan los propios cirujanos que operan hígado y páncreas lo acentúa.

Desmitifiquemos la situación y sobretodo tranquilicemos al que padece esta enfermedad.

En primer lugar no todos los tumores son iguales, los hay malignos y benignos. Primarios o metastásicos, únicos o múltiples, etc… Por consiguiente, lo primero que hay que realizar es un exhaustivo estudio del hígado y hoy disponemos de unas pruebas de imagen (como las que presentamos) que nos permiten delimitar con exactitud el tamaño y características del tumor, su localización y vascularización, etc… lo que nos permite tratar con precisión el tumor y sus ramificaciones.

La cirugía dispone en los últimos tiempos de instrumentos cada vez más sofisticados y precisos, que la hacen más segura y radical. A su vez la cirugía laparoscópica, nos permite realizar estas operaciones con menor agresividad y recuperación precoz sin necesidad de poner sangre (en la mayoría de los casos) y el paciente es dado de alta a las 48 horas posteriores a la cirugía.

Dejamos unas imágenes de un TAC y del momento de la cirugía en una mujer de 54 años, operada por laparoscopia en el curso de Asunción Paraguay, que a pesar del tamaño del tumor y la obesidad de la paciente, se realizó con normalidad sin precisar sangre y con un postoperatorio tan simple como el de una hernia.

No hay que deprimirse ante una mala noticia, ¡Hay que sobreponerse y buscar un experto en el tema!

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Hace trece años, en el 2001, realizamos en Arequipa el mejor curso de cirugía laparoscópica en vivo realizado nunca en el Perú.

Cirugía en directo en Arequipa, Perú.

Se operaron 28 cirugías laparoscópicas en directo; desde cánceres complejos, hasta hernia de estómago y piedras en el coledoco. A petición de las autoridades sanitarias del Perú, del director del hospital y de los médicos y enfermeras que se operaron en aquel curso, trece años después todos ellos “perfectos” y agradecidos, repetiremos el curso el próximo año 2015.

Se trata de realizar las cirugías más complejas y a la vez estimular a los jóvenes a que avancen en la cirugía laparoscópica. Daremos a conocer las operaciones que antes no se hacían y hoy son el presente y futuro de la cirugía: como la obesidad y la diabetes.

Presentación de cirugía en directo

Junto a estas enfermedades, pandemia del siglo XXI, se realizará cirugía del cáncer de esófago, estómago y colon. Patologías benignas como la hernia de estómago, o la colodoco litiasis también serán operadas en directo durante el curso, que durará una semana.

Toda la sociedad médica de Arequipa, empezando por el Presidente del Colegio de Médicos, el Director del Hospital Honorio Delgado Espinoza y los demás hospitales de la región se unirán para aportar medios y pacientes.

El Dr. Carlos Ballesta junto a los ponentes

Durante los próximos meses se creará una página web del curso donde se aporte toda la información sobre el mismo, donde nos podrán seguir y contactar para participar.

Desde ya nos ponemos a trabajar para que el próximo curso sea cuanto menos igual que el de hace trece años.

¡Por falta de ilusión y esfuerzo no será!

Centro Laparoscópico Dr. Ballesta
Dr. Carlos Ballesta



Ante la situación económica del país y la restricción en gastos sanitarios que se están aplicando, cada vez son más las patologías o enfermedades crónicas que se agudizan; teniendo que acudir a urgencias una y otra vez por un dolor que desaparecerá cuando se elimine la causa que lo produce.

Entre estas enfermedades, por su frecuencia, está la litiasis biliar o piedras en la vesícula. Estamos viendo y tratando cuadros clínicos que nos recuerdan a 20 ó 30 años atrás. Colecistitis crónicas con signos de reagudización o colecistitis agudas evolucionadas.

Esta situación me hace pensar que puede ser útil recordar los criterios que se aplicaban hace 30 años para tratar la enfermedad y que evolucionaron al tratamiento precoz por laparoscopia, como se realiza en la actualidad.

La colecistitis aguda es la inflamación brusca (repentina) de la vesícula biliar, generalmente producida por litiasis (piedras) en la vesícula. Son excepcionales las colecistitis agudas alitiásicas (sin piedras); estos escasos casos generalmente son diabéticos.

La colecistitis aguda litiásica, debe ser operada de urgencia; cuantas menos horas pasen desde el inicio de la inflamación, menos complicaciones postoperatorias presentará.

En aquella época, afortunadamente pasada, comprobamos que si la vesícula llevaba inflamada más de tres días (especialmente en los hombres) las dificultades y riesgos (complicaciones) de la operación aumentaban exponencialmente a los días de evolución; hasta el extremo de aconsejar enfriar (tratar con ingreso y antibióticos) la colecistitis aguda, y cuando bajaba la inflamación, operar. Esto lo realizábamos entre 4 y 6 semanas después del ingreso, si no presentaba antes un nuevo dolor y había que operar de urgencia.

Mención especial merecen los pacientes diabéticos y los hombres. Pues la evolución es silente (da pocos síntomas) solo fiebre y dolor continuo en el lado derecho, con elevación de la glicemia (azúcar) y su difícil control, son los síntomas. Cuando el paciente entra al quirófano la gangrena de la vesícula es casi segura; la cirugía extremadamente difícil (requiere al cirujano más experto) y las complicaciones, incluso mortalidad, elevadas.

Ante este panorama que acabamos de describir y que se había superado en España; pero que empezamos a ver otra vez. Mi consejo es claro: operar lo antes posible, evitando el peregrinar a los servicios de urgencias para que les quiten el dolor.

Por último, recordar lo obvio:

¡Qué cuando se opera una colecistitis aguda en las primeras cuarenta y ocho horas de evolución, se comporta como una operación de litiasis simple!

Por laparoscopia son veinticuatro horas de ingreso con riesgos y dolor mínimos.